Si en la primera semana de agosto, acuciadas por un calor extremo y un delicado y temprano ciclo de maduración, fueron las blancas Chardonnay o Sauvignon Blanc las primeras en llegar al lagar, el turno continúa en la Denominación de Origen La Mancha para otras variedades de gran interés en el consumidor.
Variedades minoritarias
Por ejemplo, la Viognier. Una variedad, apenas testimonial con apenas 145 Ha inscritas a la Denominación de Origen La Mancha si la comparamos con la autóctona Airén (más de 80.000 Ha acogidas), que sin embargo, parece haberse adaptado muy bien a los rigores del terruño manchego.
Básicamente, la Viognier se trata de un blanca de origen francés (norte de las Côtes du Rhône) con un porte en sus racimos compacto y grano pequeño.

Es muy sensible a las enfermedades pero aporta unos vinos exquisitos con mucha estructura en boca y presencia abundante de fruta en nariz con recuerdos de mango, albaricoque y ciertos toques florales a magnolia o madreselva.
En la Denominación de Origen La Mancha, como apuntaba Bodegas César Velasco (Vilarrobledo, Albacete) se está vendimiando con muy buenos parámetros de calidad con un 12,70 de grado baumé , un 3,35 de PH y 6,1 de acidez total.
Moscatel “en asoleo”
La otra variedad que también se está recogiendo en La Mancha es la variedad Moscatel. Actualmente, la demanda de vinos blancos, dulces y muy aromáticos, está siendo creciente en los mercados. Lo que explica un progresivo aumento de variedades como la Moscatel (de grano menudo) se haya convertido en la sexta variedades blanca en los viñedos de la Denominación de Origen La Mancha. Su “hermana” la Moscatel de Alejandría fue recientemente incorporada al pliego de condiciones por el Consejo Regulador (271 Ha) a tales efectos de mercado.

En Bodegas como Finca Antigua (Hinojosos, Cuenca) elaboran un blanco Moscatel, naturalmente dulce, que hoy “hace las delicias” de los paladares más golosos. Su “secreto” como explican desde la bodega conquense, radica en la vendimia y posterior asoleo, esto es, un periodo breve donde una deshidratación de la baya al sol, permite una mayor concentración de azúcares en el fruto. La posterior sensación en boca cuando se catan este tipo de vinos es sublime con una acidez muy adecuada y una estructura alcohólica.
Llegado ya el mes de septiembre, será el turno generalizado de la blanca airén.